martes, 28 de abril de 2020

De confinamientos y otros relatos 7


Hay momentos que aparentemente no parecen tener ninguna trascendencia aunque...
Estoy leyendo mientras recibo mi dosis diaria de sol que me calienta por dentro, cuando  inesperadamente un viento intencionado y fresco me llena de realidad. Levanto los ojos y observo la danza de las palmeras mecidas por el empuje del aire, los trinos distintos de muchos pájaros, motores, ladridos y voces ya des-confinadas y alegres. Me quedo ahí en esa contemplación,  cuando un recuerdo me aviva el corazón: yo de niña sintiéndome volar al aviso de otro viento, o tal vez el mismo, soplando con fuerza sobre mi rostro y desde una calle de noche sin luna,  creo sentir el palpitar de las estrellas, mas allá de los edificios llenos el frío y pena, Más allá de aquel mundo chato y penitente. Siento algo cálido en el corazón que me lleva lejos...
Salvé aquel momento del olvido que hoy ha sido revivido desde mi otro mundo, el que ahora me acoge  al ritmo de estos aires que aquí y ahora mueve palmeras.
Sé que el viento es el correo del tiempo, lleva y trae momentos significativos para una vida, momentos aparentemente sin trascendencia que se inscriben en la memoria de los tiempos para completar y entender el Gran Mandala de una vida.

jueves, 23 de abril de 2020

De confinamientos y otros relatos 6


Tal vez vivir esta época como un peregrinaje interior. 

La peregrina lleva poca carga pues necesita aliviar el peso para andar ligera. Sabe que a la meta se llega dejando atrás aquello prescindible. La sencillez ayuda a la alegría. 
Camina disfrutando de los bosques límpidos, de las aguas que corren, del cantar de los vientos y de las lunas. 
Acoge la incertidumbre y atiende a sus sombras que a veces se hacen peso. 
Entiende que el camino es largo y que al llegar a ese lugar "sagrado" agradecerá el encuentro, llenará el espacio de bellas oraciones  y quemará las botas ya viejas junto con todo lo que pareció importante, pero tras el silencio ya no lo es.
Y volverá, porque ningún peregrinaje concluye con la llegada, sino con el regreso.
Ya caminó entre luces y sombras, se sorprendió y se enfadó, se embelesó y salió huyendo. Ya murió a lo viejo, ahora llega el momento de renacer. El espíritu de la noche le revela rutas,  e infinitos pasos la llevan hacia una serenidad construida latido a latido. Camina atenta, respira tranquila y canta canciones al viento para que se conviertan en ecos. 
Regresar, sí
Quizás, con suerte, nos lleguen esos ecos y nos contagien la ligereza de su caminar.
Tal vez...

domingo, 19 de abril de 2020

De confinamientos y otros relatos 5

En estos días de interiores con lluvia, algunas palabras revolotean  y quieren ser ordenadas y escritas en mi libreta/diario. Escribir(me) y escribir(os). Expresar en mi diario es un bien que practico desde hace muchísimo tiempo. Es un acto de onda intimidad.  Abrir la libreta, observar páginas llenas de letras, anotaciones en MAYÚSCULAS para recordar lo importante de entonces, tal vez ahora ya no resuene igual.... el tiempo. Observar algunos dibujos coloreados,  recortes para no olvidarme, sonreír al pasado y  desenroscar la pluma azul de tinta negra para trazar aquellas letras que quisieron ser salvadas y manifestar algo nuevo que llevarme al alma.
En tiempos de barbecho formulo una pregunta y en silencio espero la inspiración o la revelación, dos cosas distintas: la primera me habla al oído con palabras bellas de cosas que creo reconocer, la segunda me desvela secretos a voces. Escribir para saber.
Siempre que puedo promuevo la escritura interior , escribe, escribe, escríbelo!!
Algunas veces el relato se enroca hasta hacerse grave, como palabras caídas de una catarata al fondo de un lago para nunca ser  leídas. Metáforas que solo yo entiendo y que me abren grietas hacia la luz. O poemas pequeños, simpáticos como el canto de una abubilla. Palabras enroscadas que, hartas del confinamiento, se revelan buscando su propio mensaje.
Escribir armoniza mi ego con mi alma en un baile extremadamente complejo pero siempre,
 cuando sincronizan el paso, vuelan luciérnagas.
En fin ... ahora toca pasar la aspiradora.....

lunes, 13 de abril de 2020

De confinamiento y otros relatos 4


Hoy los cielos vienen oscuros, de nubes grises, uniformadas, sin grietas. Es tiempo de lluvia.
Vuelve otro día para ser vivido y comenzar mis rutinas: yoga, lecturas, meditación, comidas, entretenimientos, músicas y llamadas para oír y ver tras las pantallas a los amad@s... cuánto añoro sus abrazos!
Vivo con la impresión de que los días se repiten. Los hábitos, el tiempo cronometrado, dan cierta seguridad (si es que hay algo que la dé). El tiempo interno es diferente, puede dar luz a la noche, abrirse a algo mayor y más profundo,
llenarnos de presencia, darnos confianza, aceptación, fuerza o también convocar a nuestros miedos a tomar un te.
Estamos abrumados pero tenemos tiempo, tanto como nos ha faltado en nuestra anterior vida. Tiempo para hacer, para ser, para explorarnos, para sentirnos, para amarnos, para jugar. Tiempo para crear, para descubrir nuestra interioridad, repasar nuestra bitácora vital por si entre los pliegues del bolso hemos perdido algo importante, escribir(nos),  aprender a navegar sobre estos mares inciertos sin perder rumbo o para no hacer nada, sólo mirar como las gotas caen sobre una calle sin paraguas, sin niños chapoteando y escuchar sus notas.
Tiempo para sentir nuestra humanidad.







viernes, 10 de abril de 2020

De confinamiento y otros relatos 3



"Fue en ese cine, te acuerdas, en una mañana -Al Este del Eden-..."  

Hasta siempre Aute, tu sensualidad y la belleza de tus canciones me han acompañado siempre y recorren muchos de mis momentos salvados para el recuerdo. 
Mientras, nos adaptamos a una vida extraña, que a todos nos cuesta digerir.
Me cruzo camino del mercado con caminantes anónimos, con mascarillas y guantes, por calles vacías de gestos y voces.
Pensar en un mundo mejor se me perfila tan utópico com distópica parece esta pandemia.
Y en ese espacio de incertidumbre releo a la maestra budista Pema Chodrom, su libro "Cuando todo se derrumba" y pienso que las cosas que parecen derrumbarse hoy tal vez ya lo estaban. Pema me susurra con la calma de su enorme experiencia que desde la práctica  meditativa aprendió a  desprenderse del miedo y de la esperanza, al advertir que ambas son construcciones del ego. 
Son las 12 y Laia Monserrat nos invita a meditar con ella y tras la pantalla del ordenador unas encinas se muestran recordándonos los bosques que ahora, desde la ciudad, son recuerdo y su presencia nos llama a  sentarnos y sentirnos (en facebook Presencia zen en abierto).
Mi práctica me ayuda y creo que ayuda, tal vez trabajarnos desde lo interior es lo más comunitario y constructivo  para un tiempo de esfuerzos y solidaridad, de valores y serenidad. 
Situarnos en nuestro centro para ver a los otros desde el suyo trabajando juntos por el bien común, para construir redes de apoyo mutuo, para cambiar lentamente nuestro entorno y tal vez algo importante cambie en el mundo.

" .....James Dean tiraba piedras a una casa blanca, entonces te besé....." 

miércoles, 1 de abril de 2020

Del confinamiento y otros relatos 2

Empiezo este escrito y en el aleatorio del Spotify suena "What's love got to do whit it" y la voz de Tina Turner inunda la habitación, así que interrumpo este escrito para bailar (............) Me gusta llenar mi cuerpo de su voz. Es un buen momento, lo aprovecho, hay muchos en el día aunque otros no.
El día después de mi aniversario, ya confinada, un intenso desasosiego me mordió el cuello, anudó mi estomago y me tensionó el cuerpo. Lo recordé, era un viejo amigo que hacia décadas que no me visitaba.
La niña de la foto convivió con él durante un largo tiempo.
A esa niña le explicaron unas monjas de amplias tocas la leyenda bíblica del Diluvio universal y el arca de Noé y el miedo a la lluvia que todo lo destruía se apoderó de su alegría.
Convivió con ese miedo que no sabía explicar, siempre pendiente del cielo. Cuando estaba despejado se sentía muy feliz y segura  pero cualquier asomo de nube la paralizaba para llenarla de desazón temiendo de nuevo el final.
Una tarde de truenos y relámpagos, de intensa lluvia y oscuridad, llegó la hora de su clase de solfeo y su madre le indicó que se preparase para la salida. Ella, llena de ansiedad se negó, pataleó, lloró desesperada pero nada de eso cambió la regla de la rutina de los martes. Su madre la sacó a la calle donde diluviaba por encima de su paraguas que se vencía por el viento y una vez allí,  a la intemperie, inesperadamente, milagrosamente  y por primera vez en mucho, mucho tiempo se sintió tranquila, extrañamente relajada y feliz.
A partir de entonces aprendió a amar la lluvia y a ser valiente.
Aquel miedo ancestral se escondió vencido en la cajita oscura del inconsciente para volver cuando se diesen las circunstancias apropiadas.
Han pasado muchos años desde esta historia y el tiempo ha sido para mí un  compasivo guía. He buceado, a ratos,  por mis fondos oscuros. Lo que aprendí me ha servido, también ahora, cuando a ratos aparece esa criatura del apocalipsis para amenazarme con morderme la nuez y luego tragarme. Hoy lo saludo, lo acojo mientras me tumbo para relajarme y agradezco tanta felicidad vivida y por vivir, corro con él pasillo abajo, pasillo arriba convocando a la dama Adrenalina para que lo agote y cansado se retire más pequeño, menos violento a  su cajita cada día más diminuta.
Ahora suena The Best y no dudo, os dejo, debo tomar de la mano a la niña del relato para bailar, las dos nos lo merecemos!
Gracias Tina!


Bailan suavemente el miedo con la bondad, melodía de células vibrando entre claroscuros. Mientras, vago respetuosamente y mis pasos me guían...