"Tu te paseas con tu cultura y tus libros metidos en la cabeza y yo busco la nada". Esta es una pequeña frase, dentro de un párrafo exquisito que Julio Villar escribió en su libro ¡Eh petrel! cuando con 25 años, en un velero de solo 7 metros de eslora y en solitario decidió dar la vuelta al mundo, un viaje que realizó en cuatro años y medio (1968-1972) sin apenas conocimientos de navegación y sin dinero.
Me impresionó entonces cuando yo era una joven de mirada curiosa y deleite por la aventura. Hoy lo releo con emoción, me separan años, muchos, de aquella joven y la frase que inicia este post, cobra un enorme sentido hoy para mí. Ya no me interesa tanto la hazaña de atravesar mares y conocer maravillosos lugares y pueblos, me interesa más su viaje interior. Aquella intuición del joven navegante ante su propio silencio tras meses de navegación solitaria y su encuentro con esa "nada" que dice buscar, ese "vacío fértil" que explica con sinceridad y la precisión de su bitácora.
Julio Villar no tiene fama de místico ni de poeta ni de escritor, pues para nada le sirve la fama, ni las etiquetas. Me impresiona su compromiso para andar en libertad, cogido de la mano de su propia vida. La naturaleza por bandera y la decisión de hacerse íntimo consigo mismo. Un compromiso al que ha sido fiel toda su vida.
¡Un camino hacia el sol!
Releer aquellos libros que brillaron para mí es mi tarea de este verano. Una manera de agradecer lo que importó y en la mayoría de ellos sigue importando.Para l@s amantes del mar, para l@s solitari@s, para l@s que aman la vida... ¡Eh petrel!
sábado, 4 de julio de 2020
De mares y sombras
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