miércoles, 1 de abril de 2020

Del confinamiento y otros relatos 2

Empiezo este escrito y en el aleatorio del Spotify suena "What's love got to do whit it" y la voz de Tina Turner inunda la habitación, así que interrumpo este escrito para bailar (............) Me gusta llenar mi cuerpo de su voz. Es un buen momento, lo aprovecho, hay muchos en el día aunque otros no.
El día después de mi aniversario, ya confinada, un intenso desasosiego me mordió el cuello, anudó mi estomago y me tensionó el cuerpo. Lo recordé, era un viejo amigo que hacia décadas que no me visitaba.
La niña de la foto convivió con él durante un largo tiempo.
A esa niña le explicaron unas monjas de amplias tocas la leyenda bíblica del Diluvio universal y el arca de Noé y el miedo a la lluvia que todo lo destruía se apoderó de su alegría.
Convivió con ese miedo que no sabía explicar, siempre pendiente del cielo. Cuando estaba despejado se sentía muy feliz y segura  pero cualquier asomo de nube la paralizaba para llenarla de desazón temiendo de nuevo el final.
Una tarde de truenos y relámpagos, de intensa lluvia y oscuridad, llegó la hora de su clase de solfeo y su madre le indicó que se preparase para la salida. Ella, llena de ansiedad se negó, pataleó, lloró desesperada pero nada de eso cambió la regla de la rutina de los martes. Su madre la sacó a la calle donde diluviaba por encima de su paraguas que se vencía por el viento y una vez allí,  a la intemperie, inesperadamente, milagrosamente  y por primera vez en mucho, mucho tiempo se sintió tranquila, extrañamente relajada y feliz.
A partir de entonces aprendió a amar la lluvia y a ser valiente.
Aquel miedo ancestral se escondió vencido en la cajita oscura del inconsciente para volver cuando se diesen las circunstancias apropiadas.
Han pasado muchos años desde esta historia y el tiempo ha sido para mí un  compasivo guía. He buceado, a ratos,  por mis fondos oscuros. Lo que aprendí me ha servido, también ahora, cuando a ratos aparece esa criatura del apocalipsis para amenazarme con morderme la nuez y luego tragarme. Hoy lo saludo, lo acojo mientras me tumbo para relajarme y agradezco tanta felicidad vivida y por vivir, corro con él pasillo abajo, pasillo arriba convocando a la dama Adrenalina para que lo agote y cansado se retire más pequeño, menos violento a  su cajita cada día más diminuta.
Ahora suena The Best y no dudo, os dejo, debo tomar de la mano a la niña del relato para bailar, las dos nos lo merecemos!
Gracias Tina!


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Bailan suavemente el miedo con la bondad, melodía de células vibrando entre claroscuros. Mientras, vago respetuosamente y mis pasos me guían...