lunes, 13 de abril de 2020

De confinamiento y otros relatos 4


Hoy los cielos vienen oscuros, de nubes grises, uniformadas, sin grietas. Es tiempo de lluvia.
Vuelve otro día para ser vivido y comenzar mis rutinas: yoga, lecturas, meditación, comidas, entretenimientos, músicas y llamadas para oír y ver tras las pantallas a los amad@s... cuánto añoro sus abrazos!
Vivo con la impresión de que los días se repiten. Los hábitos, el tiempo cronometrado, dan cierta seguridad (si es que hay algo que la dé). El tiempo interno es diferente, puede dar luz a la noche, abrirse a algo mayor y más profundo,
llenarnos de presencia, darnos confianza, aceptación, fuerza o también convocar a nuestros miedos a tomar un te.
Estamos abrumados pero tenemos tiempo, tanto como nos ha faltado en nuestra anterior vida. Tiempo para hacer, para ser, para explorarnos, para sentirnos, para amarnos, para jugar. Tiempo para crear, para descubrir nuestra interioridad, repasar nuestra bitácora vital por si entre los pliegues del bolso hemos perdido algo importante, escribir(nos),  aprender a navegar sobre estos mares inciertos sin perder rumbo o para no hacer nada, sólo mirar como las gotas caen sobre una calle sin paraguas, sin niños chapoteando y escuchar sus notas.
Tiempo para sentir nuestra humanidad.







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Bailan suavemente el miedo con la bondad, melodía de células vibrando entre claroscuros. Mientras, vago respetuosamente y mis pasos me guían...