Tal vez vivir esta época como un peregrinaje interior.
La peregrina lleva poca carga pues necesita aliviar el peso para andar ligera. Sabe que a la meta se llega dejando atrás aquello prescindible. La sencillez ayuda a la alegría.
Camina disfrutando de los bosques límpidos, de las aguas que corren, del cantar de los vientos y de las lunas.
Acoge la incertidumbre y atiende a sus sombras que a veces se hacen peso.
Entiende que el camino es largo y que al llegar a ese lugar "sagrado" agradecerá el encuentro, llenará el espacio de bellas oraciones y quemará las botas ya viejas junto con todo lo que pareció importante, pero tras el silencio ya no lo es.
Y volverá, porque ningún peregrinaje concluye con la llegada, sino con el regreso.
Ya caminó entre luces y sombras, se sorprendió y se enfadó, se embelesó y salió huyendo. Ya murió a lo viejo, ahora llega el momento de renacer. El espíritu de la noche le revela rutas, e infinitos pasos la llevan hacia una serenidad construida latido a latido. Camina atenta, respira tranquila y canta canciones al viento para que se conviertan en ecos.
Regresar, sí
Quizás, con suerte, nos lleguen esos ecos y nos contagien la ligereza de su caminar.
Tal vez...
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