jueves, 13 de febrero de 2020

Al dictado del observador....

Sigues tu peregrinaje y llegas a la puerta de la Basílica. Sientes cansancio aunque tu mochila apenas pesa ya. Necesitas entrar al espacio que ayer fue puente entre tierra y cielo,  lugar para lo sagrado, aunque hoy vuelva a estar ocupado por mercaderes... Grupos de turistas hacen fotos y no reparan, tal vez abrumados por las prisas, que no podrán llevarse la luz que proyectan los vitrales. Sólo está ahí para sentir.
No llegas de vacío a la meta, traes como ofrenda la vida que viviste y el tiempo nuevo que te espera.
Te acercas a encender  una vela,  quieres quemar el tiempo viejo, oler su esencia, quieres salvar para tu historia este momento, pero sólo puedes echar una moneda para que se encienda una lamparita con forma de cirio. ¿Qué ha pasado con los ritos? preguntas...
Te llaman la atención los corazones dorados de las imágenes del fresco que parecen hablar al tuyo.  Cargas a tu espalda la mochila, aún queda camino. 
Sonríes e inicias la liturgia del regreso.

Foto y texto propios




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Bailan suavemente el miedo con la bondad, melodía de células vibrando entre claroscuros. Mientras, vago respetuosamente y mis pasos me guían...